Lo Mismo no es lo mismo
- por Alexis Castro
- 9 sept 2015
- 4 Min. de lectura

«Me siento nacido a cada instante a la eterna novedad del Mundo.»
—Fernando Pessoa
En el texto Identidad y diferencia de Martin Heidegger, Heidegger pretende desenmascarar el principio de identidad para llegar al interior de la identidad. ¿Hay mediación en la identidad? ¿O la identidad es pura mismidad? Nuestro autor comienza su discurso estableciendo el problema del propio principio de identidad. El principio de identidad se representa con «A = A», esto es, A equivale [es igual] a A. Lo que nos deja claro que para que haya igualdad, debe haber —al menos— dos términos. Pero esto no nos dice nada sobre la identidad. La identidad no es lo mismo que la igualdad. La igualdad se da desde la diferencia, y la identidad se da desde la mismidad. Por ejemplo: Si un pájaro es igual a otro pájaro, es porque ambos pájaros son diferentes; y si ambos pájaros son diferentes, es porque ambos pájaros tienen su propia identidad. En otras palabras, cada pájaro es idéntico consigo mismo [principio de identidad]. No es lo mismo decir A es igual a A, que A es A. Esto último es lo que se conoce como una tautología [es aquí donde radica el principio de identidad]. El problema del principio de identidad —o más bien el problema hermenéutico— es que hemos interpretado y vinculado tal principio con «A es igual a A» en vez de con «A es A». Es decir, hemos confundido la igualdad con la identidad. Por esta razón Heidegger va a decir que el propio principio de identidad ha ocultado su propia identidad.
Después de que Heidegger hace la distinción entre igualdad e identidad, afirma que la fórmula más adecuada del principio de identidad [A es A], no dice solo que todo A es él mismo lo mismo, sino, más bien, que cada A mismo es con-sigo mismo lo mismo. En la mismidad yace la relación del «con», esto es, una mediación, una vinculación, una síntesis: la unión en una unidad. Es decir, si en el interior de la identidad hay mediación, es porque hay diferencia, ya que la mediación implica, por lo menos, un otro o una otredad. Esta explicación dará paso a la mismidad que estableció Parménides entre ser y pensar: Lo mismo es en efecto pensar que ser. Heidegger en el texto establece la diferencia ontológica entre ser y pensar, o más bien, entre ser y ente, y demuestra que en esta distinción hay una mutua pertenencia. El ente pertenece al ser y el ser pertenece al ente, ya que sin el ser el ente no puede ser, pero sin el ente el ser no se puede hacer presencia. Heidegger dirá que esta com-posición entre ser y ente hará posible el acontecimiento. En el acontecimiento de transpropiación [la apropiación de lo uno {el ser} con lo otro {el ente} y de lo otro con lo uno] se exterioriza la mutua pertenencia, o más bien, la mutua pertenencia da origen al acontecimiento. Pero, ¿qué tiene que ver el acontecimiento con la identidad? Nada —dirá Heidegger. Pero la identidad sí tiene que ver con el acontecimiento, ya que aquella se muestra [se desvela] en este. Heidegger concluye afirmando que el pensar necesitó más de dos mil años para comprender propiamente una relación tan fácil como la mediación en el interior de la identidad. Hablando en términos físicos, el átomo —supuestamente indivisible— de la identidad está constituido [o mediado] en su interior por un mundo subatómico de partículas hechas de diferencia.
A pesar de la distinción ontológica que hace Heidegger, del desvelamiento de la identidad y la puesta en escena del «con» como elemento constitutivo de la identidad, aún así, se sigue subordinando o pensando la diferencia desde la identidad. Por tal motivo, Gilles Deleuze, en su obra Diferencia y repetición, pretende desatar a la diferencia de la identidad y pensar a la diferencia en sí misma. Pero, ¿qué significa diferencia para Deleuze? La Diferencia no es lo Otro, sino lo Mismo [y lo Mismo no es lo mismo, es decir, no es lo idéntico]. Deleuze no solo quiere pensar la diferencia en sí misma, sino que también quiere pensar la relación entre lo diferente y lo diferente [que es a su vez parte del pensar la diferencia en sí misma]. Este pensar la relación entre lo diferente y lo diferente, nos llevará al concepto de repetición. Por otro lado, y en conexión con lo establecido, según Deleuze, el mundo moderno es el de los simulacros. En el simulacro, la repetición se refiere ya a repeticiones, y la diferencia, a diferencias. Lo que se repite son repeticiones y lo que se diferencia es el diferenciante.
Pero, ¿qué busca Deleuze con este análisis? Pensar la diferencia como afirmación de la afirmación y la repetición como la renovación de lo Mismo sin ser lo mismo [diferencia pura y repetición compleja]. Por otra parte, ¿qué significa pensar la Diferencia? Pensar la Diferencia es liberar al pensar del designio de la metafísica [aunque para Deleuze, a diferencia de Heidegger, la metafísica no es un problema]. Pensar la Diferencia exige preguntarse por el pensar. Pensar la Diferencia es pensar lo Mismo. Lo Mismo no es lo idéntico. Lo Mismo es siempre otro, y lo otro no es siempre lo mismo. En esta relación el ser es la Diferencia misma. El ser es también no-ser, pero el no ser no es el ser de la negación, es el ser de lo problemático, el ser del problema y de la pregunta. Por último, ¿qué significa repetición? Repetir no es lo mismo que reiterar. Reiterar es volver a pasar por el mismo itinerario. Re-petición es volver a pedir, renovar lo que siempre está ahí. Lo Mismo es la repetición. Cada momento no es el primero ni el último, sino el único. Lo que se repite es lo Mismo. Lo Mismo no es igual. Lo Mismo es la Diferencia; y la repetición es lo Mismo que siempre transcurre de un modo diferente. En conclusión, lo Mismo no es lo mismo.
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