5 Claves para mantenerse enfocado en su meta
- Alexis Castro
- 1 jul 2019
- 12 Min. de lectura
Los obstáculos son esas cosas feas que ves cuando apartas los ojos de tu meta.
Cuando decidimos emprender una carrera o un proyecto determinado (estudiar, crear unos hábitos alimenticios, entrenar físicamente o comenzar un negocio), nos podemos encontrar con diferentes obstáculos en el camino. Estos obstáculos nos pueden desenfocar, distraer o desanimar de nuestra carrera o proyecto, impidiendo así nuestro avance. O, en el peor de los casos, nos pueden llevar a renunciar a nuestra carrera. Por eso es bien importante mantenernos enfocados en nuestra meta para poder cumplir con nuestros objetivos. Pero ¿cómo podemos mantenernos enfocados en nuestra meta? ¿Qué necesitamos hacer o desarrollar para mantener el enfoque? En este artículo vamos a proveerle 5 claves para mantenerse enfocado en su meta.
La primera clave es: Tener una meta bien definida. Las palabras a destacar aquí son: bien definida. Esta clave es condición de posibilidad para las próximas claves y para tener un enfoque, ya que sin meta no hay nada en lo que enfocarse (según el título de nuestro artículo). El enfoque siempre es direccional. Y aunque esta clave podría ser una obviedad lógica, cuando examinamos nuestra praxis (nuestras acciones) no lo es. Muchas veces tenemos deseos, sueños o ideas de lo que queremos, pero no tenemos una meta bien definida. Tener una meta bien definida nos ayudará a mantenernos enfocados en nuestros objetivos. Y ¿cómo podemos saber si tenemos una meta bien definida? ¿De qué consiste una meta bien definida?
Para quien no sabe a qué puerto se dirige, ningún viento es favorable.
Una meta bien definida consiste de unos objetivos específicos y concretos de lo que queremos lograr. Estos objetivos deben ser medibles, es decir, que al final podamos saber —empíricamente— si en efecto hemos logrado o no lo que nos propusimos. Los objetivos también deben ser alcanzables y realistas para nosotros. Hay personas que se frustran porque no alcanzan sus objetivos, pero, en ocasiones, cuando evaluamos esos objetivos vemos que no eran alcanzables y realistas para esas personas. Por eso debemos tomar en cuenta estos dos elementos (saber si realmente estamos capacitados y si contamos con los recursos necesarios para poder cumplir con esos objetivos).
Hacer un análisis de alcance en esta situación es una buena recomendación. ¿Cuáles son mis debilidades y fortalezas? ¿Qué oportunidades tengo? ¿Cuáles son mis amenazas?[1] Hacer un análisis de alcance de forma previa nos va a ahorrar de una posible frustración y de la pérdida de tiempo y energía. Por último, y no menos importante, para saber si tenemos una meta bien definida, nuestra meta debe estar fijada en un tiempo determinado. Esto nos servirá para proyectarnos, comprometernos y crear un sentido de urgencia. Una vez tomemos en cuenta cada uno de estos componentes, podremos saber si tenemos una meta bien definida. Así que la primera clave para mantenernos enfocados en nuestra meta es: tener una meta bien definida.
La segunda clave para mantenernos enfocados en nuestra meta es: Diseñar un plan de acción. Diseñar un plan de acción nos va a dar la organización y la estructura que necesitamos para mantenernos enfocados en nuestra meta y, de esta forma, poder cumplir con nuestros objetivos. Si la primera clave se pregunta por el qué (¿Qué quiero hacer? ¿Qué quieres lograr?), esta clave se pregunta por el cómo (¿Cómo lo voy a hacer? ¿Cómo lo voy a lograr?). ¿Cómo voy a llegar a mi meta? ¿Cómo voy a cumplir con mis objetivos?
Lo primero sería hacer una lista o un inventario de las cosas que tenemos y las cosas que necesitamos para llegar a nuestra meta (conocimientos, capital, gestiones legales, personas, materiales, etcétera). Luego de identificar las necesidades o carencias, debemos diseñar acciones que nos lleven a adquirir eso que nos falta. Una sugerencia es diseñar acciones de forma metódica. En otras palabras, diseñar acciones de forma sistemática (paso por paso). Cuando diseñamos acciones de forma sistemática nos ayuda en la organización y verificación del progreso. La sensación de progreso y de deber cumplido (lo que se conoce en inglés como done o checkmark) nos da mucha motivación para seguir caminando hacia nuestra meta.
¡Diseñe un plan de acción!
Uno de los modos de trabajar el enfoque —sostiene Rubens Teixeira— es establecer planes de trabajo diarios, semanales y mensuales, además de otros semestrales o anuales. Estos planes de trabajo debemos anotarlos, ya sea en una libreta, tablet o computadora. ¿Por qué? Porque las metas que se anotan por escrito —según los estudios— son más fáciles de lograr que las que solo se anotan en la mente. Es mejor tener unos malos apuntes (en estas circunstancias) que tener una buena memoria. Lo que anotamos, lo podemos verificar y corregir (si fuese el caso), pero con lo que no recordamos no podemos hacer nada. Por tal razón, debemos anotar lo que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer, y no solo por cuestión de retención, sino también por cuestión de visualización y compromiso.
Otro elemento que habría que añadir en este punto (y este elemento lo recuperamos de nuestra primera clave) es el factor tiempo. Como afirmaba Martin Heidegger: somos seres temporales. La temporalidad nos constituye como sujetos. Somos seres finitos. Y ¿qué queremos decir con esto? Que no contamos con todo el tiempo del mundo para poder realizar nuestros proyectos. Necesitamos desarrollar el sentido de urgencia y compromiso para poder alcanzar lo que queremos en un tiempo determinado. De allí la importancia de diseñar un plan de acción con fechas. Esto nos ayudará a comprometernos y a enfocarnos en las acciones que fueron estipuladas o asignadas para tales fechas. Rubens Teixeira dice: «Enfoque un objetivo en un plazo fijo [...] Si gasta tiempo con ocupaciones superfluas [innecesarias], ciertamente sufrirá los efectos de ello». Esto nos lleva a nuestra tercera clave: Establecer prioridades.
¿A quién le haré trampas?
En su libro ¿A quién le haré trampas?, Andy Stanley ofrece un plan estratégico para resolver el dilema entre el trabajo y la familia. En este libro el autor intenta aludir a las personas que son adictas a su trabajo (lo que se denomina como workalcoholics), y que sacrifican el tiempo de su familia para dedicárselo a su carrera. La pregunta que Stanley procura responder es la siguiente: ¿quién gana cuando la familia y el trabajo se enfrentan? No hay que malinterpretar al autor. No se trata de escoger entre si tener una familia o tener un trabajo. Es evidente que todos necesitamos del trabajo —o más bien del dinero— para poder subsistir (y para algunas personas el tener una familia no está en sus prioridades). No es una cuestión de decisión personal o vocacional (como ocurre con los sacerdotes, monjas católicas y monjes budistas). Ese no es el dilema. El problema es cuando robamos el tiempo que le pertenece a nuestra familia para dárselo a nuestro trabajo o cuando robamos el tiempo que le pertenece a nuestro trabajo para dedicárselo a nuestra familia (esto también aplica a otros contextos).
Como dice en el libro de Eclesiastés: todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Hay tiempo para todo. Tiempo para trabajar y tiempo para pasar con la familia. Nuestra decisión de elección va a depender de nuestras prioridades. Jesús de Nazaret dijo: porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón[2]. Otro modo de decirlo es: porque donde estén tus prioridades, allí estarán también tus deseos.
¿Cuáles son mis prioridades? Esta es la pregunta que nos debemos hacer todos. Tal vez algunas personas piensen que la falta de prioridades nos puede llevar a desenfocarnos de nuestra meta. Pero entendemos que no se trata de falta de prioridades, sino de cuáles son nuestras prioridades. Ya que siempre tenemos prioridades. Las prioridades son las cosas que priorizamos, las que ponemos en primer lugar. Por eso la pregunta es: ¿cuáles son mis prioridades? ¿Dónde están puestos mis deseos? ¿A qué actividad le dedico más tiempo? ¿En qué proyecto trabajo más?
Pongamos un ejemplo: Supongamos que un joven llamado Michael tiene como meta llegar a ser el mejor jugador de baloncesto en el mundo. Michael ya tiene un plan de acción que diseñó junto a su coach para poder llegar a su objetivo, pero los días de entrenamiento falta para irse de fiesta con sus amigos. ¿Tiene prioridades Michael? Sí. Irse de fiesta con sus amigos. Nuestras prioridades no están basadas en lo que decimos sino en lo que hacemos. Las acciones siempre nos delatan. Establecer prioridades significa actuar en base al deber. Y ¿de qué deber estamos hablando en este contexto? Del deber o compromiso que tenemos con nosotros mismos para cumplir con nuestros objetivos de vida. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará por nosotros? El no establecer prioridades nos llevará a desenfocarnos de nuestra meta. En ocasiones tendremos que sacrificar una cosa para obtener otra. No conozco ninguna historia de éxito que haya sido construida sin sacrificio. Como dijo Donald Kendall (quien fue CEO de Pepsi Cola hasta el año 1986): el único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo [sacrificio] es en el diccionario.
Si queremos llegar lejos en nuestra carrera, tendremos que sacrificarnos.
Enfocarse es sacrificar. Cuando decidimos enfocarnos en una cosa, decidimos implícitamente sacrificar otra. El sacrificio es inherente al enfoque. Hay un fragmento del libro Las 25 leyes bíblicas para el éxito que me gustaría compartir: Nadie puede enfocarse en algo si al mismo tiempo no tiene el valor de sacrificar otras cosas [...] El éxito siempre exige algún sacrificio. El fracaso también. Observe que tanto el éxito como el fracaso demandan un precio. En general, el precio del éxito es cobrado antes y la persona aprovecha la vida después. El fracaso normalmente ocurre con personas que al principio no se esfuerzan: ellas pagan el precio después. No hacer los sacrificios adecuados ahora puede parecer dulce, pero es posible que el final sea amargo.
Si queremos llegar lejos en nuestra carrera, tendremos que sacrificarnos. El sacrificio y el esfuerzo que hagamos hoy, determinará el éxito que tendremos mañana. ¿Queremos ser el mejor jugador de baloncesto en el mundo? (Por seguir con el mismo ejemplo.) Pues no podemos ir de fiesta con nuestros amigos los días que tenemos entrenamiento. Debemos enfocarnos en nuestro objetivo y en el plan de trabajo que hemos diseñado. Y para eso debemos —como establece la tercera clave— establecer prioridades. Si establecemos prioridades, no tendremos que hacerle trampas a nadie, ni tan siquiera a nosotros mismos (que es la peor de las trampas), ya que habremos separado un tiempo para cada cosa según el orden de prioridades. Por ende, una de las cosas que debemos hacer para mantenernos enfocados en nuestra meta es: establecer prioridades.
La cuarta clave para mantenernos enfocado en nuestra meta es: No mirar hacia al lado. Todos hemos visto las gríngolas que le ponen a los caballos de carreras para que no miren hacia al lado mientras van corriendo. ¿Por qué hacen esto? Para evitar que el caballo se distraigan y se desenfoque de su trayecto. Su desenfoque le podría costar la carrera. Podría significar la victoria o la derrota de un jinete. Los atletas de 100 metros lisos no miran hacia al lado mientras van corriendo, sino que se enfocan en su carril y en su meta para poder obtener los resultados deseados. Basta ver a Usain Bolt (velocista y campeón olímpico jamaiquino) como se mantiene enfocado en su meta para obtener la victoria en cada una de sus carreras.
Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un juego de baloncesto de mi sobrino de seis años. Durante el partido, mi sobrino se pasaba miraba una y otra vez hacia las gradas para ver a sus padres y recibir la aprobación de su familia. Él necesitaba saber si lo estaba haciendo bien para recibir el elogio de sus progenitores. Recuerdo que le decíamos que no mirara hacia nosotros y se enfocara en el juego. En ocasiones, por estar mirando hacia el lado, el otro equipo anotaba puntos. Por eso es imprescindible que si queremos tener éxito en lo que estamos haciendo, debemos enfocarnos en nuestro partido y no distraernos mirando hacia al lado.
Tu enfoque determina tu realidad.
Hoy en día, debido a la vasta información que consumimos, nos distraemos con demasiada facilidad. Nos cuesta mucho concentrarnos. No es casual que en la actualidad muchos niños y adultos sean diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. Vivimos unos tiempos en los cuales estamos siendo bombardeanos constantemente de información; ya sea a través del periódico, la radio, la televisión, el internet o las redes sociales. Algunos autores sostienen que vivimos en la Era del Conocimiento (aunque habría que señalar la distinción entre información y conocimiento). Nunca en la historia de la humanidad hemos estado tan expuesto a la información como lo estamos hoy. Esto es lo que se conoce como la democratización de la información. Lo que es en sí un hecho beneficioso para todos; pero si no sabemos manejar esta información y no nos enfocamos en lo que debemos enfocarnos (mirar hacia donde debemos mirar), podríamos perdernos en este universo informativo (o deformativo, en algunos casos).
No mirar hacia al lado significa enfocarse en los objetivos y en el plan de trabajo que nos hemos trazado. Mirar hacia al lado nos puede distraer y atrasar en nuestra carrera. Cuando miramos hacia al lado también comenzamos —consciente o inconscientemente— a compararnos. ¿Y qué sucede cuando comenzamos a compararnos con otras personas? Según John C. Maxwell, en su libro Las 15 leyes indispensables del crecimiento, dice que cuando nos comparamos con otras personas normalmente ocurren dos cosas: o bien percibimos que la otra persona va muy por delante de nosotros y nos desanimamos, o vemos que somos mejores que la otra persona y nos volvemos orgullosos. Ninguna de las dos cosas son buenas para nosotros y tampoco nos ayudará a crecer.
Compararse con otros es realmente una distracción innecesaria.[3] Con la única persona que debemos compararnos es con nosotros mismos. Como establece Maxwell, nuestra misión es ser mejor cada día de lo que fuimos ayer, y eso lo conseguimos enfocándonos en lo que podemos hacer hoy para mejorar y crecer. ¿Qué estamos haciendo para mejorar y crecer cada día? ¿Estamos invirtiendo tiempo y dinero en nuestro crecimiento personal? ¿Cuántas horas al día pasamos en las redes sociales? ¿Cuántas horas al día separamos para leer un buen libro? ¿Cuántos fines de semana al año sacamos para ir a un taller o a un curso? Hace poco vi un vídeo de Carlos Muñoz que decía que si queremos llevar nuestro emprendimiento al siguiente nivel, debemos dejar de consumir mierda. ¿Y qué significar consumir mierda? Consumir información que no nos aporta valor a nuestro crecimiento personal y profesional.
Carlos Muñoz destacaba que cuando vemos las dietas que tienen los atletas de alto rendimiento, podemos observar que es una alimentación estricta y saludable. Su alimentación no está basada en comida chatarra. Ellos no se pueden dar ese “lujo”, ya que las consecuencias serían desfavorables y echarían a perder meses de entrenamiento. Así que hagámonos las siguientes preguntas: ¿Qué información estamos consumiendo? ¿Qué alimento le estamos dando a nuestra alma (a nuestro ser)? Como dijo Aristóteles: los ojos son las ventanas del alma. ¿Hacia dónde estamos mirando? ¿En qué dirección? ¿Con qué o quién nos estamos distrayendo? ¿Con quiénes nos estamos comparando? No mirar hacia al lado significa no compararnos con otras personas ni distraernos consumiendo información infructuosa que no nos ayuda a mejorar ni a crecer. ¿Queremos mantenernos enfocados en nuestra meta? No miremos hacia al lado y enfoquémonos en lo que debemos enfocarnos: nuestra meta.
Los seres humanos pueden cambiar sus vidas al cambiar su actitud mental.
Ya hemos visto que para mantenernos enfocados en nuestra meta necesitamos tener una meta bien definida, diseñar un plan de acción, establecer prioridades y no mirar hacia al lado. Ahora pasaremos a ver nuestra quinta y última clave, que es la siguiente: Mantener una actitud positiva. En el siglo XX vivió un hombre que pasó por la devastadora experiencia de los campos de concentración nazis. Se cuenta que tal hombre sobrevivió al Holocausto, pero tanto su esposa como sus padres fueron asesinados en los campos de concentración. Este hombre era nada más y nada menos que Viktor Frankl (neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la logoterapia). Frankl escribió un libro (El hombre en busca de sentido) en donde relata su trágica experiencia en los campos de concentración. Afirmó que todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
¿Con qué actitud estamos enfrentando nuestras circunstancias? ¿Con qué actitud estamos emprendiendo nuestra carrera o proyecto? ¿Con una actitud positiva? ¿Con una actitud negativa? Según un artículo publicado por Harvard Health, el pensamiento positivo parece ayudar al corazón. También existen estudios que revelan que las personas que mantienen una actitud positiva obtienen mejores resultados. No solo se trata de aptitud (la capacidad que tiene una persona para realizar adecuadamente una actividad, función o servicio), sino también de actitud (la manera en que nos comportamos ante nuestras circunstancias). Mantener una actitud positiva es una de las claves del éxito.
Chris Evert (exjugadora de tenis profesional) una ocasión dijo: Lo que separa a los buenos de los grandes jugadores es su actitud mental. Esto solo podría hacer una diferencia de dos o tres puntos en todo el partido, pero la forma en que juegues esos puntos con frecuencia hará la diferencia entre ganar y perder. Si tu mente es fuerte puedes hacer casi todo lo que quieras.[3] Mantener una actitud positiva nos dará la motivación que necesitamos para poder cumplir con nuestros objetivos. En el camino al éxito (definiendo el éxito como obtener los resultados deseados) nos encontraremos con personas o situaciones que nos causarán desánimo y desenfoque, pero solo tendremos éxito si nos enfocamos en nuestra meta y mantenemos una actitud positiva. Recuerde: tener una meta bien definida, diseñar un plan de acción, establecer prioridades, no mirar hacia al lado y mantener una actitud positiva. Aplique cada una de estas claves y obtenga los resultados que está deseando. ¡Le deseo mucho éxito en su carrera hacia la meta!
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[1] Esto es lo que se conoce como análisis SWOT (por sus siglas en inglés). Las siglas significan: Strengths, Weakneses, Oportunities, Threatens.
[2] Cita tomada de la versión bíblica LBLA.
[3] Maxwell, John C., Las 15 leyes indispensables del crecimiento. Hachette Group, Inc., 2013. [4] Maxwell, John C., Las 21 cualidades indispensables de un líder. Grupo Nelson, 2007.
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