La ética como práctica de la libertad
- por Alexis Castro
- 10 dic 2016
- 3 Min. de lectura

«¿Qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva de la libertad?»
—Michel Foucault
El proyecto foucaultiano se puede dividir en tres periodos. El primero de estos gira en torno a una arqueología del saber [Las palabras y las cosas] donde se describe y analiza la historia de las ciencias humanas en tres estratos epocales [el Renacimiento, la época clásica y el siglo XIX]. En su análisis, Foucault toma en consideración tres saberes que han constituido a los individuos en sujetos vivos, hablantes y productivos. Luego de esta primera etapa del pensamiento foucaultiano, el enfoque de las siguientes investigaciones gravitará alrededor del binomio saber-poder, poniendo el acento en la cuestión del poder [Vigilar y castigar]. Y por último, en el tercer periodo de la obra foucaultiana, que recoge las primeras dos etapas, se analiza cómo el sujeto se constituye —a través de unas prácticas de sí— en un sujeto ético y moral [Historia de la sexualidad: El uso de los placeres y La inquietud de sí]. En este nuevo interés de Foucault por analizar la subjetividad como una forma de vida [bíos], nuestro autor se transportará a la Antigüedad para examinar las diferentes prácticas de subjetivación que hicieron posible un sujeto ético-moral. Para describir el enfoque que Foucault le da a la ética, seleccionaremos tres temáticas que se entrelazan y convergen con el ethos del cuidado de sí —resaltando la última de estas.
Educación, amistad y libertad
Antes de establecer la relación de la ética con la educación [paideia], me gustaría señalar que, según Foucault, en la Antigüedad no había una escisión entre teoría y práctica [praxis]. De hecho, iniciarse en la indagación filosófica implicaba una conversión [metanoia]. La máxima oracular del «conócete a ti mismo» no estaba separada del imperativo «ocúpate de ti mismo». Ocuparse de uno mismo [epimeleia heautou] conllevaba, inexorablemente, a un conocimiento de sí. Es decir, el cuidado de sí es el conocimiento de sí. Nuestro autor postulará en La hermenéutica del sujeto [1982], que en la Modernidad se ha priorizado el «conócete a ti mismo», convirtiéndolo en una vía fundamental de acceso a la verdad. Para mostrar este momento de ruptura, Foucault señala el momentum cartesiano. En la Antigüedad para acceder a la verdad, el sujeto tenía que ser transformado a través de unas prácticas espirituales [askesis]; con Descartes el sujeto no necesita unas prácticas espirituales para acceder a la verdad, sino de unas meditaciones [cogito]. A partir de esta fractura, Foucault quiere reconstruir una filosofía práctica donde la verdad [veritas] se encarne en una forma de vida [bíos].
Según Carlos Rojas Osorio, en su libro Michel Foucault año tras año: libros y cursos, en el mundo helénico la filosofía actúa a través de una forma institucional como la escuela [skhole]. «Educación», etimológicamente, significa extender la mano, guiar, conducir fuera. Por eso no debemos confundir a la educación con una acumulación de conocimientos. La educación tiene que ver con una práctica, con un ejercicio, con una acción, con un ethos. Por lo tanto, el maestro es aquel que guía al discípulo y le muestra el camino que debe emprender para salir de la caverna [de la ignorancia]. El maestro se convierte en un mediador en la relación del individuo en su constitución como sujeto. De ahí el vínculo afectivo [filia] que se establece entre el maestro y su discípulo. El mayor bien que la sabiduría nos procura es la amistad [Michel Foucault años tras año, capítulo 18, pág. 332]. En este vínculo afectivo que se da entre el maestro y el discípulo, se constituye una relación de poder [1]. El discípulo se sujeta a su maestro con el fin de ser dirigido hacia la verdadera vida [2]. Aunque los procesos de subjetivación se originan con unas relaciones de poder, el sujeto desde su libertad puede acceder a una subjetivación que emana desde su mismidad. La libertad será la condición ontológica de toda ética; la ética es la forma reflexiva de la libertad. O como dirá Foucault: «¿qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva de la libertad?». Podríamos concluir que la ética, según Foucault, es la forma reflexiva y práctica donde el sujeto —de un modo voluntario o libre— se sujeta sí mismo y le da una forma estética a su propia existencia.
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[1] Esta relación de poder no se debe entender como un estado de dominación.
[2] En el curso El coraje de la verdad, Foucault dedicará una de sus clases para análisis la cuestión de la verdadera vida.
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