La generación de idiotas
- por Alexis Castro
- 5 ago 2016
- 4 Min. de lectura

«Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas.»
—Albert Einstein
Vivimos unos tiempos de enajenación digital. Los aparatos digitales han causado una pérdida, continua y progresiva, de la razón y los sentidos. Cada vez pensamos y sentimos menos. Los aparatos digitales piensan y sienten por nosotros. No queremos pensar ni sentir porque eso implica una confrontación y un compromiso. Es decir, conlleva valentía y responsabilidad. De ahí que constantemente nos estemos evadiendo, no solo de los demás, sino también de nosotros mismos. Por eso surge la «necesidad» de distracción o diversión. En otras palabras, el impulso irrefrenable de dar un giro en dirección opuesta. En esto consiste la divertere, a saber, la diversión. La diversión [o el entretenimiento] trae consigo el alejamiento; y el alejamiento no es otra cosa que la huida del ser. Huimos de los problemas, de los demás y, en última instancia, de nosotros mismos. La huida de nosotros mismos refleja el vacío existencial que hay en cada uno de nosotros. Por eso se produce el aburrimiento. Es interesante que la palabra «aburrir» viene del latín abhorrere, que quiere decir «sin horror», «sin ponerse los pelos de punta». Podríamos decir entonces que el aburrimiento produce una especie de indiferencia. La persona que está aburrida no se aterra, no se sorprende ni se emociona.
Una película de horror
Imagínate que estás con tu familia viendo una película de horror. A medida que va avanzando el largometraje, toda tu familia entra en tensión. Hay un silencio profundo y todos están atentos a lo que está ocurriendo. De repente pasa algo inesperado y todos pegan un grito al cielo —excepto tú. El despliegue del film continúa su curso repitiendo escenas de este tipo; pero tú no te conmueves ante ninguna situación. De hecho, comienza a darte sueño. A tal punto que en un momento dado, te levantas y te vas. ¿Por qué te vas? —te pregunta tu padre. A lo que tú respondes: «porque tengo sueño». Pero el «tengo sueño» —en ocasiones— es solo el efecto de la causa «estoy aburrido».
La sociedad del aburrimiento
Precisamente la falta de horror, etimológicamente hablando, es lo equivalente al aburrimiento. Pero en este contexto no debemos solamente asociar el horror al miedo, sino también a la ausencia de emociones. Nos aburrimos porque no nos emocionamos, porque no nos conmovemos con lo que tenemos delante. Por otra parte, Humberto Maturana [biólogo y filósofo chileno] invierte la definición de aburrimiento. En vez de «sin-horror» [ab-horrere], traduce la palabra como «horror al vacío». El prefijo «ab» se refiere por sí solo a «vacío» o «ausencia». Así que invirtiendo el orden de las palabras, el aburrimiento no es otra cosa que el miedo a la soledad.
La sociedad del aburrimiento está compuesta por un conjunto de personas que no soportan estar solas. De ahí el ethos-pathos [la costumbre enfermiza] de estar incesantemente accediendo a las redes sociales. La soledad nos lleva al search, esto es, a la búsqueda. Pasamos dos terceras partes del día buscando en internet. Byung-Chul Han [filósofo coreano] dirá que nos hemos convertido [nuevamente] en cazadores. Hoy ya no somos labradores, sino cazadores. Los cazadores de la información, a la búsqueda de presa, paseando la mirada por la red como si se tratara de un campo de caza digital. Habría que añadir que ahora somos los cazadores de Pokémon. Andamos [GO] por la vida cazando «animales». Los cazadores de pokémon no se consagran a ningún peligro, ya que se limitan a cazar animales con el celular. En esto se diferencian de los cazadores paleolíticos. Los cazadores modernos no usan las manos, sino los dedos [1]. Su casería es simplemente un juego virtual y trivial. El ser ¿humano? del mañana no será un trabajador [homo faber], sino un jugador [homo ludens]. Su quehacer diario estará dirigido por el juego y no por la obligación.
La generación de idiotas
Somos la generación de idiotas. Y con «idiotas» me refiero a todos aquellos que no se ocupan de los asuntos públicos, sino solo de sus intereses privados. Este es el significado original de la palabra «idiota». Lo que sucede es que tal palabra ha adquirido en el tiempo un matiz peyorativo, asociándose al idiota con el estúpido. Hoy, con los aparatos digitales, todos somos unos idiotas. Y con la movilidad de estos aparatos, cargamos con nuestra idiotez de aquí para allá como una especie de campamento. Por consiguiente, la generación de idiotas no solo hace referencia a los cazadores de pokémon, sino también a todos aquellos que con sus aparatos digitales se enajenan de la realidad. La generación de idiotas alude a todos aquellos que están siendo sujetados [de forma excesiva] por fuerzas exteriores a ellos. Los cazadores de pokémon son solo un reflejo de todos nosotros y de lo mal que nos vemos cada vez que prestamos más atención a los celulares, que a las personas que tenemos delante. Ya nadie habla, ya nadie escucha, ya nadie se mira a los ojos. Todos nos hemos vuelto unos idiotas.
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[1] La pérdida de las manos nos lleva también a una pérdida del pensamiento.
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