El perfil de los puertorriqueños
- por Alexis Castro
- 15 mar 2012
- 2 Min. de lectura

«La pregunta no es quién soy, sino quién voy siendo.»
—Michel Foucault
En el segundo número de la revista Índice, este mensuario lanza una encuesta de Definición y Orientación, cuyas preguntas clave son: ¿Qué somos? ¿Cómo somos? Desde pequeños se nos ha inculcado que los puertorriqueños somos una mezcla de tres razas: taína, española y africana. Aunque esto es muy cierto, no podemos olvidar que con la invasión estadounidense —tras la Guerra Hispanoamericana en el año 1898— nuestro ser colectivo se vio afectado, tanto de manera negativa como de manera positiva. Con esto no se está afirmando que ahora somos americanos, o mejor dicho, estadounidenses [aunque poseamos la ciudadanía de Estados Unidos]; sino que los estadounidenses, al igual que los taínos, españoles y africanos, forman parte del perfil de los puertorriqueños. Cada llegada, invasión o circunstancia ha influenciado significativamente a nuestro ser nacional.
Hay una gran frase del filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset que dice: «Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo yo». Aquí vemos que el ser [¿Quiénes somos?] o el modo de ser [¿Cómo somos?] de una entidad, está estrechamente ligado a su entorno. Por tal razón, cada circunstancia ha aportado y modificado la definición de lo que es ser puertorriqueño. Pero, ¿cómo se puede definir una substancia o esencia que está en constante cambio? ¿Puede acaso la esencia de algo cambiar? Y si cambia, ¿ya no sería otra cosa? A lo mejor Heráclito tenía razón cuando afirmó que somos y no somos. O San Agustín cuando habló del tiempo, que dijo que el presente es un continuo tender hacia el no ser. ¿Acaso somos lo que fuimos, pero no somos lo que éramos? Es como cuando uno mira un retrato suyo: uno es quien está plasmado en la imagen, pero el que está plasmado en la imagen ya no es uno. De igual manera pasa con los puertorriqueños. Esa imagen que tenemos del puertorriqueño de hace cientos de años, ya no es la misma del puertorriqueño de hoy, pero el puertorriqueño de hoy, desciende de ese puertorriqueño de hace cientos de años. Más que un juego de palabras, es una realidad. Parece ser una paradoja, pero en verdad no lo es. Es cierto que algunas o muchas cosas han cambiando, pero hay otras cosas que en esencia siguen siendo las mismas. Por consiguiente, a esas cosas que en esencia siguen siendo las mismas, es a lo que se debe apuntar para poder dar una definición de lo que es ser puertorriqueño.
Cuando nos preguntamos: «¿Quiénes somos?» y «¿Cómo somos?», en realidad nos estamos haciendo una sola pregunta, puesto que el modo de ser va a determinar nuestro ser, y nuestro ser va a determinar nuestro modo de ser. Para delimitar esta cuestión, se acudirá a dos preguntas más: ¿Existe una manera de ser inconfundible y genuinamente puertorriqueño? ¿Cuáles son los signos definitorios de nuestro carácter colectivo? ...
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