El cercado de Smith
- por Alexis Castro
- 22 jul 2016
- 4 Min. de lectura

«Tu calidad de vida le da igual, desde lo alto todo le da igual.»
—Cultura Profética
Era un día gris y nublado cuando las vacas del cercado de Smith se enteraron, a través del periódico El Portavoz, que el Dr. Caleb había aterrizado en su pequeño e insólito pueblo. Todas las vacas estaban alborotadas ante la noticia que fue publicada en los medios de comunicación. Se suponía que el propietario del cercado, el empresario Smith, le hubiese notificado a Vaca Mayor [administradora del territorio] sobre la visita inminente del doctor y especialista en medicina, Caleb Orange. De ahí que a las vacas del cercado, incluyendo a Vaca Mayor, le tomara por sorpresa la llegada inesperada de Caleb.
—¿Quién demonios es Caleb? —preguntó una vaca malhumorada—. ¿Acaso ese no es el que sale en la revista Canon?
—No —respondió Vaca Gorda—. El Dr. Caleb Orange es un representante del CDCV [Centro de Detención y Control de Vacas] y la persona encargada de suministrar las vacunas sobre el virus del Pica.
—¿Y para qué rayos viene ese señor a nuestro pueblo? —gritó una vaca desde lo lejos.
—Supuestamente viene para vacunarnos e impedir que sigamos contagiándonos con el virus —afirmó Vaca Gorda.
Vaca Gorda era la vaca más informada del cercado. Se pasaba todo el día leyendo y compartiendo con el resto de las vacas todo lo que había leído. Era la intelectual del pueblo. ¿Del pueblo o del cercado? —quizás ustedes se pregunten. De ambas, ya que todo el pueblo estaba cercado. El pueblo era un cercado y el cercado era un pueblo.
El discurso del monte
Las vacas del cercado de Smith tenían la costumbre de reunirse todas las tardes para hablar de las cosas que estaban ocurriendo en su pueblo. Vaca Gorda, con su pésima condición física, aprovechó ese momento para ascender al Monte «El Mundo» y pronunciar el siguiente discurso:
Hoy, como se dieron cuenta, Vaca Mayor y el resto de la administración del cercado, hicieron el ridículo. No estaban al tanto sobre la llegada del Dr. Caleb a nuestro pueblo. Como siempre, el CDCV hace con nosotras todo lo que le da la gana. Se suponía que el CDCV le notificara a Vaca Mayor sobre el envío del Dr. Caleb a nuestro cercado. Como ustedes saben, hacer esto sin el consentimiento de nuestra administración es ilegal. Además de que dicha vacuna es nociva para nuestra salud. Por eso hoy las convoco para que nos unamos y luchemos en contra de esta injusticia. Si esto hubiera ocurrido en otro pueblo, les aseguro que la cosa hubiese sido distinta. ¡Tenemos que darnos a respetar, coño!
La manifestación de los indignados
Tras pronunciar estas palabras, Vaca 31 [que era una de las vacas revolucionarias del cercado], organizó una huelga para protestar en contra del Dr. Caleb. La huelga se llevó acabo en el centro del pueblo, que era donde las vacas discutían los asuntos públicos. En el ágora se podían leer carteles o pancartas que decían: «Dile “no” a Caleb», «Caleb no sabe de medicina», «Caleb es un asesino», «El CDCV quiere experimentar con nosotras», «No queremos ser vacunadas».
Mientras las vacas se manifestaban en el centro del pueblo, específicamente frente al Gran Establo [residencia de Vaca Mayor], las vacas azules, encargadas de la protección y la seguridad del cercado, intentaron forzosamente detener la huelga.
—¡Tenemos derecho a expresarnos! —exclamó una vaca revolucionaria.
—Es cierto —contestó una vaca azul—. Tienen derecho a expresarse siempre y cuando su expresión sea homóloga a la de nuestro propietario. En esto consiste la libertad de expresión.
Tras la confrontación que hubo entre las vacas azules y las vacas verdes, llegó Vaca Derecha [Secretaria del Departamento del Pueblo] para hablar en nombre de Vaca Mayor. Todas las vacas hicieron silencio para escuchar lo que Vaca Derecha tenía que decirles.
En nombre de Vaca Mayor y del Estado Permanente de Dependencia, quiero notificarles que ha habido un engaño. Pero no se alteren. No ha sido culpa de nosotras, sino de la administración pasada. El Dr. Caleb no ha llegado a nuestro pueblo. Lo que quiere decir que no seremos inyectadas por esa sustancia que todas sabemos que es venenosa. En cambio, nuestro propietario junto con el CDCV, han enviado a un veterinario en medicina orgánica que nos ayudará a tratar nuestra enfermedad de un modo más natural. Como ustedes saben, nuestro propietario siempre ha querido lo mejor para nosotras. Y esta vez no será la excepción.
Las palabras de Vaca Derecha provocaron quejas, abucheos y alboroto en la muchedumbre. Las vacas vulgares, es decir las vacas del pueblo, emitieron un fuerte mugido y una de ellas profirió las siguientes palabras:
¡Mentira! ¿Quién nos asegura que esa medicina «orgánica» no está mezclada con otras sustancias? ¿Qué parte del «no queremos ser vacunadas» no entienden? No somos vacas de laboratorio, que diga, ratones. ¡Váyanse a otra parte con esa farsa! ¡Exigimos verdad, justicia y libertad!
Muchas noticias terminan siendo ninguna.
Al día siguiente, el periódico El Portavoz publicó otras noticias [como la noticia La vaca que se pintó de amarillo], que junto con el programa televisivo No sé nada, provocaron que las vacas del cercado de Smith se olvidaran del asunto.
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