
Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento. —Geraldo Schmedling
¿Cuántas veces hemos sufrido por la pérdida de un ser querido? ¿Cuántas veces hemos sufrido por la ruptura de una relación amorosa? ¿Cuántas veces hemos sufrido porque nos hemos quedado sin trabajo? ¿Cuántas veces hemos sufrido por una injusticia? ¿Cuántas veces hemos sufrido porque las cosas no son como nos gustaría que fueran?
Si investigamos el origen de todos nuestros sufrimientos, descubriremos que nuestros sufrimientos se originan en el deseo. O mejor dicho, en el apego al deseo. Según la psicología cognitiva, el apego es una vinculación mental y emocional [generalmente obsesiva] a objetos, personas, actividades, ideas o sentimientos, originadas en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá, de manera única y permanente, placer, seguridad o autorrealización.
Cuando nos apegamos a algo o a alguien [desde un celular hasta Dios], creamos un vínculo de dependencia mental y emocional. Por eso cuando perdemos o no alcanzamos nuestro objeto de deseo, sufrimos. Y sufrimos porque no aceptamos la pérdida o el hecho de que nuestro deseo no ha sido satisfecho. Jacques Lacan [médico psiquiatra y psicoanalista francés] hablaba de un deseo insatisfecho. El budismo sostiene que el deseo insatisfecho es la causa de nuestro sufrimiento.
El deseo insatisfecho está vinculado con el estado de no-aceptación. Sufrimos porque no aceptamos las cosas y a los demás tal y como son. No aceptamos las cosas y a los demás porque no nos aceptamos a nosotros mismos y porque estamos aferrados a una idea de cómo las cosas y los demás deberían ser. De ahí que casi siempre estemos en conflicto y resistencia, viviendo de un modo reactivo y queriendo cambiar las cosas y a los demás según nuestros deseos.
La mejor defensa no es un buen ataque. La mejor defensa es no sentirse atacado. —Geraldo Schmedling
Geraldo Schmedling [filósofo, humanista y sociólogo colombiano] propone que para liberarnos del sufrimiento —provocado por nuestro ego— debemos aprender y aplicar la ciencia de la aceptación. La ciencia de la aceptación [o aceptología] es la ciencia que nos libera del sufrimiento. Schmedling la denomina ciencia ya que no se trata de una creencia, sino de una experiencia que puede ser constatada empíricamente.
La mayoría de nuestros sufrimientos son inútiles e innecesarios [solo hay que echar un vistazo a nuestros estados psicológicos para comprobar este hecho]. O también podríamos decir, como afirma Eckhart Tolle [escritor alemán], que el sufrimiento es necesario hasta que nos damos cuenta de que es innecesario. Es decir, es necesario para despertar; pero una vez estando despiertos [conscientes], es innecesario.
El sufrimiento es inútil en el sentido de que con él no logramos «nada». Por ejemplo, si nos despiden de nuestro trabajo, por sufrir no vamos a recuperar nuestro empleo. Si nuestra pareja nos deja, sufriendo no vamos a lograr que vuelva con nosotros. Por eso el sufrimiento es siempre una forma de no-aceptación, una forma de resistencia inconsciente a lo que es. Según Tolle, en el nivel del pensamiento, la resistencia es una forma de juicio; en el nivel emocional, es una forma de negatividad.
No confundamos el dolor con el sufrimiento. Como dijo Siddharta Gautama [el Buda], el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Tal y como estamos concibiendo este asunto, podríamos decir que el dolor es somático [corporal] y el sufrimiento es psíquico [mental]. Por consiguiente, el sufrimiento pertenece al orden del pensamiento. El sufrimiento surge a partir de un pensamiento obsesivo que se aferra a una demanda insatisfecha. Por lo tanto, podemos erradicar nuestros sufrimientos desapegándonos de los pensamientos obsesivos, no identificándonos con ellos. No somos nuestros pensamientos, sino el ser que está consciente de los pensamientos.
Nadie puede hacerte sufrir sin tu consentimiento. —Borja Vilaseca
Tampoco debemos confundir la aceptación con la resignación, mucho menos con poner la otra mejilla o con el estar de acuerdo. Podemos no estar de acuerdo con algo o alguien y, aún así, aceptarlo [sin pretender cambiarlo]. La aceptación tiene que ver con la comprensión, el respecto, el amor y la empatía. Mientras la resignación limita, la aceptación libera.
Solo podemos aceptar aquello que hemos comprendido; y solo podemos comprender aquello que hemos experimentado. ¿Hasta cuándo vamos a seguir peleando con nosotros mismos y con los demás? ¿Hasta cuándo vamos a seguir cargando con el peso de nuestros sufrimientos? ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo víctimas y esclavos de nuestro ego?
Como dijo un maestro espiritual: Acepta —luego actúa. La mayor parte del tiempo no actuamos, sino que reaccionamos. Actuar es siempre una acción consciente. Pero cuando vivimos tiranizados por nuestro ego, no somos proactivos sino reactivos; y la reactividad forma parte de la inconsciencia. Cuando hagamos consciente lo inconsciente, tendremos más control sobre nuestros estados anímicos; y cuando seamos capaces de comprender y aceptar las cosas y a los demás tal y como son, seremos más libres de nuestros sufrimientos.
Gracias. Bendiciones.
Te felicito por tan excelente reflexión!