
La realidad es siempre más amable que las historias que contamos sobre ella. —Bryon Katie
Byron Katie, en su libro Amar lo que es, sostiene que el sufrimiento no es causado por lo que nos sucede, ni tan siquiera por los pensamientos que tenemos acerca de lo que nos sucede, sino cuando nos creemos, nos enganchamos o nos apegamos a nuestros pensamientos. En otras palabras, cuando nos identificamos con nuestros pensamientos y creemos que somos estos.
En dicho libro Katie afirma que existen tres tipos de asuntos: los asuntos míos, los asuntos de los demás y los asuntos de Dios [con «los asuntos de Dios», la autora denota los asuntos de la Realidad]. Los asuntos de la Realidad son cuestiones que escapan al control del ser humano. Por ejemplo: los huracanes, los terremotos, las inundaciones, etcétera. La autora postula que la mayor parte de nuestro sufrimiento también es provocado por meternos en los asuntos que no nos corresponden. Es decir, por inmiscuirse en los asuntos de Dios o en los asuntos de los demás. Para solucionar este conflicto, Katie nos exhorta a que nos ocupemos de nuestros propios asuntos. Para llevar acabo esta tarea nos provee un método el cual llama The Work. El método consiste en indagar, cuestionar y observar nuestros pensamientos. Tal sistema está estructurado en cuatro preguntas. Las preguntas son las siguientes:
1. ¿Es verdad?
2. ¿Tienes la absoluta certeza de que es verdad?
3. ¿Cómo reaccionas ante ese pensamiento?
4. ¿Quién serías sin ese pensamiento [sin tu historia]?
Con estas preguntas la autora nos invita a cuestionar nuestros pensamientos y juicios, y nos garantiza que una vez sometidos nuestros pensamientos o juicios a estas interrogantes, nos daremos cuenta que nuestro sufrimiento está siendo provocado por nosotros mismos, por la mirada que hacemos de nuestras situaciones o por las interpretaciones subjetivas y distorsionadas que hacemos de la realidad. No vemos las cosas como son, sino como somos. Por consiguiente, podríamos concluir que nada ni nadie puede hacernos sufrir sin nuestro consentimiento. Sufrimos cuando nos identificamos con nuestros pensamientos, cuando nos apegamos a ellos, cuando creemos que ellos constituyen nuestra identidad. Como dijo un sabio filósofo, no somos nuestros pensamientos, sino el ser que está consciente de los pensamientos. Parafraseando al Buda, la llegada del dolor es inevitable, pero la elección del sufrimiento depende enteramente de nosotros mismos.